martes, 16 de diciembre de 2014

Europa exige medidas contra el ‘matabuitres’ que aprobó España

La población mundial de buitres pasó de ser una de las especies más comunes del planeta a estar catalogadas como en peligro crítico de extinción. Todo por culpa de un medicamento, el diclofenaco, que después de usarse con el ganado en India envenenaba a las carroñeras que se alimentaban con sus cadáveres. Los buitres se extinguieron prácticamente de todo el subcontinente, muriendo millares por extinción. Pocos años después de conocerse la responsabilidad del diclofenaco en este exterminio, el Gobierno español aprobaba su uso ganadero, poniendo en riesgo a los buitres peninsulares, que representan más del 80% del total de toda Europa.
El consenso científico contra el diclofenaco es total. La semana pasada, los 300 expertos asistentes al Congreso Español de Ornitología firmaron una conclusión en la que se reclamaba su retirada.

Identificado el mecanismo que graba el miedo en el cerebro

muy cerca de los 20.000 cadáveres sepultados en un viejo cementerio oculto bajo el Washington Square Park, se encuentra el laboratorio del miedo. Allí, bajo las órdenes del neurocientífico y rockero estadounidense Joseph LeDoux, trabaja una quincena de investigadores para intentar comprender por qué, por ejemplo, una persona se queda paralizada al ver a un perro, traumatizada por un huracán o muda al intentar hablar en público. Díaz-Mataix ( neurocientífico españoñ ) se ha sumergido en el cráneo de cientos de ratas. En lo más profundo de sus cerebros, como en los de los seres humanos, se esconde la amígdala, una región del tamaño de una almendra en las personas a la que la comunidad científica señala como almacén del miedo. En 2010, salió a la luz el caso de una mujer estadounidense de 44 años con la amígdala completamente dañada por una rarísima enfermedad genética. La mujer, conocida como SM para preservar su anonimato, era incapaz de sentir miedo. Un grupo de investigadores encabezado por el psicólogo Justin Feinstein, de la Universidad de Iowa, siguió su pista durante más de 20 años.
ahora , Díaz-Mataix ha iluminado ese enigmático cajón de recuerdos que es la amígdala cerebral, “Dos células o sistemas de células que están repetidamente activas al mismo tiempo tenderán a convertirse en 'asociadas', 
Para Díaz-Mataix, es muy posible que el proceso para almacenar recuerdos desagradables que han observado sea en realidad un mecanismo general del sistema nervioso para generar otro tipo de recuerdos, ya sean de asco, ira o alegría. “El problema es cómo estudiar estas emociones primarias en una rata”, lamenta. Si tiene razón, será todavía más cierta aquella sentencia de Ramón y Cajal: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”.

‘Celia’ no logra resucitar

un equipo de biólogos y veterinarios del Parque de Ordesa (Huesca) capturaba a Celia, el último bucardo vivo. El grupo tomó muestras de la punta de la oreja izquierda y del costado, en un último intento de conservar su material genético. Esta subespecie de cabra montés llegó a superpoblar los Pirineos, pero el ansia de los cazadores la hizo dessaparecer. Pero esta cabra volvería a resucitar tres años más tarde, cuando el grupo de científicos del Gobierno de Aragón logró que una cabra común llevara a término la gestación de un clon de Celia, apenas sobreviviría unos instantes por culpa de una afección pulmonar que le impedía respirar, una malformación que ahogó a la cabrita. Durante unos minutos, y por primera vez en la historia de la ciencia, una especie extinguida había resucitado mediante clonación. Ese éxito relativo no se olvidó, y desde entonces se ha seguido buscando financiación para volver a intentarlo.

El hielo de Groenlandia se desvanece

El gigantesco cubo de hielo que cubre la mayor parte de Groenlandia, con casi cinco veces la extensión de España, se está derritiendo a un ritmo acelerado. Un estudio muestra que su masa helada pierde tantos kilómetros cúbicos como para, una vez aguados, llenar 110 millones de piscinas olímpicas cada año y así, desde hace 20. 
Groenlandia es, tras la Antártida, la mayor reserva de agua dulce del planeta. Se ha estimado que si todo el hielo que cubre la gran isla del norte se derritiera de repente, el nivel del mar se elevaría más de seis metros. No sería tan rápido, pero un grupo de investigadores estadounidenses y europeos ha realizado la mayor estimación de la evolución de sus glaciares hecha hasta la fecha y sus resultados son abbrumadores. 
Para seguir la dinámica de los glaciares, los científicos han recurrido a los datos de dos misiones de la NASA complementarias.
El estudio muestra que el 48% de la pérdida neta de masa de hielo se debe a esta aceleración del movimiento de los glaciares. Y casi la mitad de este porcentaje se ha producido en el sureste de la isla. El otro 52% del deshielo de Groenlandia se debería a la reducción de las nevadas y al deshielo provocado por el calentamiento tanto global como local.
Pero, para poner las cosas en perspectiva, conviene recordar que aún queda mucho hielo en Groenlandia. Si se han perdido unos 277 Km3, todavía hay otros 2,8 millones de Km3. El problema es que el fenómeno del deshielo además de que podría acelerarse, podría llegar a un punto de no retorno.

Bolas de fuego por San Valentín

Investigadores españoles de la Universidad Complutense de Madrid llevan varios años buscando pautas , los bólidos y superbólidos que ciegan y asustan a poblaciones enteras, para comprobar que estos meteoros no caen aleatoriamente a lo largo del año: creen que siguen una pauta anual y se repiten fechas en torno a las que se multiplican los eventos.
En los últimos años se ha descubierto que hay épocas en las que parece haber más bólidos que en otras. Sánchez y Ocaña han dado con una cantidad extraordinaria de bólidos vistos por la población en torno a mediados de febrero y alrededor del 23 de julio.
Podría deberse a grupos de asteroides que viajan juntos por el Sistema Solar y que, puntualmente, se cruzan cada año en el camino del planeta Tierra, generando esos bombazos en los cielos. "Es una prueba directa", aseguran, "de que la Tierra cruza órbitas de pequeños asteroides, muchos aún no descubiertos, que podría impactar contra ella".

Una fuga en mala hora

En la medianoche del 11 de junio de 1962, tres ladrones de bancos lograron escapar de la prisión de Alcatraz, una fortaleza inexpugnable en un peñasco de la bahía de San Francisco de donde nadie había escapado antes. Al menos, lograron salir de sus muros. Lo que pasó después es aún un misterio. Se cree que utilizaron una balsa para salir del islote. Las posibilidades de sobrevivir en las corrientes de la bahía eran mínimas. Nunca los encontraron y es quizá gracias a eso que su historia sigue siendo tan fascinante que un grupo de científicos se ha propuesto saber exactamente qué paso aquella noche.
Investigadores han recreado las corrientes de la bahía de San Francisco de aquella noche y, dependiendo de la hora y el rumbo que decidieran tomar los fugados, han llegado a la conclusión de que tuvieron muy pocas posibilidades de sobrevivir a las frías aguas.
En algún momento entre las ocho de la tarde y las dos de la madrugada, según la investigación, los tres hombres se echaron al mar en una balsa. Utilizando datos históricos de las corrientes de la bahía, el equipo de científicos ha hecho una simulación del destino de aquella balsa.
Los prisioneros se echaron al mar antes de medianoche muy probablemente fallecieron. Las fuertes corrientes se llevan sistemáticamente todas las balsas de la simulación hacia el puente Golden Gate y a mar abierto, donde encontrarían una muerte segura por hipotermia. 
La prisión de Alcatraz, construida en 1934, fue cerrada al año siguiente de la fuga Hoy es una de las mayores atracciones turísticas de San Francisco.